Experiencia de una dev no tan dev

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Siempre me ha costado definirme como profesional. Estudié Ingeniería Civil de Industrias con diploma en TI, especializada en Computación y Desarrollo de Software. Me gustaron los ramos y la carrera, pero constantemente me sentía como un “bicho raro” dentro de la especialidad. Sentía que tenía otras habilidades que no encajaban con la carrera de desarrollador.

Cuando salí de la universidad, el camino habitual era postularse y trabajar como desarrollador/a de software. Estuve mucho tiempo pensando postularme a las clásicas FAANG (Facebook, Amazon, APPLE, Netflix y Google) pero aún había algo que no me cerraba.

Buscando opciones, me topé con Brain Food, una consultora que prometía unir la tecnología con el negocio. Inmediatamente me llamó la atención, calzaba con mi perfil híbrido (mezcla de habilidades técnicas y más blandas), así que decidí postular, logrando finalmente ser seleccionada.

Hace un año, entré a Brain Food como Consultora. Participé en proyectos de PMO (Oficina de Gestión de Proyectos) con clientes en el área de la educación, haciendo benchmarks contactando universidades en múltiples países, en proyectos más pequeños de reportería y en el desarrollo de spin-offs dentro de grandes empresas, pero se venían nuevos desafíos.

Durante el primer semestre del año me uní a un proyecto que tenía varios frentes, tanto de carácter técnico como de carácter estratégico. Al principio me uní al frente estratégico, que consistía en gestionar iniciativas digitales de marketing digital por una PMO liderada por el equipo. Dada las características de éste, realicé tareas de las cuales ya tenía experiencia previa. Todas las semanas teníamos reuniones de seguimiento con el equipo de performance del negocio, en estas weeklies realizábamos el monitoreo de las iniciativas digitales con cada dueño, levantando riesgos y posibles atrasos con la planificación inicial. En base a éstas, creábamos planes de acción, definíamos nivel de avance con respecto al uso del framework establecido en conjunto con el cliente, y el impacto en las ventas digitales. Aproximadamente, gestionamos más de 100 iniciativas, con más de 30 owners distintos.

Luego de esta primera etapa, me cambié al frente técnico del proyecto. Esta segunda parte consistía en desarrollar una proyección de las ventas digitales para el año 2023, para todos los mercados en los cuales tenía presencia este cliente. Dada la naturaleza del frente, el equipo cambió y tuvimos que ponernos todos manos a la obra para completar este proyecto a tiempo.

Este frente era muy desafiante, involucraba tareas de extracción de datos, revisión de consistencia y calidad de éstos, procesamiento de cada uno de ellos para que quedaran en el formato óptimo para su manipulación, y finalmente, el desarrollo de un modelo de predicción de las ventas digitales. Todo lo anterior, para cuatro mercados, dos productos y abierto por múltiples fuentes de tráfico distintas, agrupadas por vistas semanales, la combinatoria era importante.

Lo primero que pensé fue: ¿cómo puedo aportar desde mi experiencia en este frente técnico?

El proyecto implicaba salir de mi zona de confort, salir de los proyectos más de management y pasar a un proyecto con foco técnico, con requerimientos de habilidades diferentes.

Así me sentía:

A pesar de lo anterior, quiero destacar que nunca dudé de las capacidades del equipo de lograr el proyecto, sin embargo, significaba desarrollar mis habilidades como data scientist en un plazo acotado en un proyecto con un alcance importante y con un cliente muy exigente.

Más allá de los detalles técnicos relacionados al desarrollo del modelo, quería compartirles algunos aprendizajes claves que me sirvieron para sacar esto adelante y no morir en el intento:

  1. Comunicar, comunicar y comunicar: Uno siempre habla en los proyectos con analistas, jefes, contrapartes varias, etc. Pero no siempre se comunica lo suficiente, o no comunica lo verdaderamente importante. En general, comunicamos las tareas que tenemos para el día, un par de problemas que tuvimos y las tareas que terminamos, todo relacionado con el proyecto. Pero, no siempre comunicamos como nos sentimos, como estamos realmente; temas que no están relacionados directamente con el proyecto, pero que terminan impactando igualmente. Pasamos la mayor parte del día y de la semana trabajando, si no estamos bien fuera del trabajo, no vamos a rendir bien dentro de éste. Uno de los momentos que más destaco de este proyecto, y que fue un punto de inflexión para mí, fue mostrarme vulnerable con mi jefe y con el equipo; comunicarles que yo sola, con el alcance y con los plazos definidos, no iba a sacar el proyecto sin afectar mi salud mental. Fue gracias a ese momento de honestidad y de vulnerabilidad, que, en conjunto, definimos un plan de acción para lograr terminar el proyecto de forma segura, cuidándonos y cuidándome.
  2. 100% actitud: Lo sé, suena como una frase marketera, pero es 100% real. La actitud ante un problema cambia totalmente el resultado de éste. Es normal estar nervioso, tener miedo o ansiedad por un desafío, no digo que no haya que estarlo, pero la actitud con la que lo enfrentamos es clave. El proyecto de por sí ya era estresante por el simple hecho de sacarme de mi zona de confort, por lo que plantarme con una actitud negativa de cara a este no iba a ayudarme a que fuera más fácil. Tenía que mirar el lado positivo, enfrentarlo con la mejor cara y tirar para adelante. Este switch de actitud hizo mucho más llevadero el proyecto y me hizo sentir más confiada y segura de mis habilidades fuera de mi zona de confort.
  3. Personas bacanes y apañadoras: Todos dicen que en su empresa están los mejores, pero de verdad que aquí en Brain Food lo están. De cara a cliente, en el equipo estábamos mi jefe y yo, pero llegamos a ser un equipo de casi 10 personas colaborando. Cada una de las personas que me ayudaron, apoyaron y enseñaron lo hicieron con la mejor de las ganas y con una sonrisa, apañándome en todo lo que yo necesitara, ya sea desde una simple conversación para distraerme un rato hasta enseñarme paso a paso como hacer un algoritmo de reconciliación. Sentí como estábamos todos juntos en el equipo, trabajando codo a codo, dividiéndonos responsabilidades y apoyándonos en lo que fuera necesario. Se sintió realmente las personas bacanes y apañadoras que hay en Brain Food.
  4. The best of both worldsAquí es donde me respondí a mí misma la pregunta que me hice al inicio del proyecto: ¿cómo puedo aportar desde mi experiencia en este frente técnico? Y la respuesta que descubrí en el camino fue: ¡en todo! Se necesita tener una visión de negocios para saber cómo se relaciona con los desarrollos técnicos. Hay un montón de ejemplos en los que se avanza en el frente técnico, y al momento de implementarlo con usuarios del negocio, los requerimientos no calzan con las necesidades reales. En particular durante el proyecto logramos armar presentaciones donde explicamos conceptos técnicos en palabras simples y con sentido de negocio, integrando cambios en el negocio dentro del modelo. Tomando en cuenta lo anterior, cada vez cobra más importancia la hibridez en los perfiles profesionales, en donde ya no se encasilla en un perfil blanco o negro, si no que toma más valor acoger toda la escala de grises. Y es en Brain Food donde cobra sentido tener “The Best of Both Worlds” (lo mejor de ambos mundos).

Retomando el inicio del post: aún me sigue costando definirme como profesional, pero en Brain Food descubrí que no es necesario. Gracias a la cultura del equipo y de la empresa, puedo explorar los distintos caminos que hay y así, poder encontrar combinaciones de habilidades que calzan con mis intereses y capacidades y lograr desarrollarme como la profesional que quiero y sueño ser.

Si tienes cualquier pregunta o comentario, ¡feliz de conversar!