Experiencia de liderazgo y reflexiones: De Practicante a Jefa

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En julio del año pasado me llamó David, uno de los socios de Brain Food, para contarme que me ascenderían a Jefa de Proyectos, mi respuesta instantánea fue: “no”. Automáticamente dije “imposible que me asciendas”, “¿cómo?, si no estoy lista”, “no quiero”. 

 

Era un día ajetreado, tuve muchas reuniones después por lo que no tuve tiempo de decantarlo. Lo primero que sentí fue sorpresa, luego angustia y miedo, sentía que se me venía una ola de responsabilidades para la cual yo (en mi mente) no estaba lista. Pasaron varios días hasta que acepté que estaba bien que me dieran ese cargo y logré emocionarme un poco. 

 

Mi historia en Brain Food empezó en marzo de 2019, cuando entré a la práctica por un programa de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Si soy sincera, en ese momento buscaba irme por el área de finanzas, pero de todas formas postulé a Brain Food, me habían recomendado la empresa, y parecía interesante. Finalmente quedé, un poco dudosa porque no era finanzas, pero hoy puedo decir que fue una muy buena decisión. La verdad es que nunca imaginé trabajar en lo que he estado haciendo estos años: programar y ser Data Scientist. Recuerdo que muchas veces en la universidad dije “no quiero trabajar todo el día frente a un computador”. Mis amigos se ríen porque casi repruebo el curso de programación en la universidad. Y acá estoy, programando y siendo Data Scientist, pero en realidad no me arrepiento de nada. 

 

Como sabrán, en este rubro (STEM) hay pocas mujeres. Lo vi desde que entré a la universidad en donde solo éramos un 25%. Con el paso del tiempo, he sido cada vez más consciente de esta diferencia y cómo me ha afectado personalmente en cosas pequeñas del día a día, por temas de estereotipos, sesgos que no solo puede tener el resto si no que yo también, inseguridades frente a pruebas, presentaciones a clientes y más. Preguntas que me hago usualmente: ¿soy lo suficientemente buena? ¿Qué pasa si me preguntan algo y no lo sé? ¿Realmente creen que estoy lista para ascender? Si bien he trabajado un poco en la seguridad en mí misma, el clásico síndrome del impostor está presente casi todos los días. Este síndrome no solo lo tienen las mujeres, pero si es algo que escucho más seguido de mis amigas y colegas. 

 

Una experiencia que cambió en cierto grado mi percepción del síndrome del impostor en mí fue cuando, estando aún en la universidad, me preparaba para una entrevista de trabajo en donde tenía que armar un pitch de 5 minutos sobre mí. Me sentí abrumada por la sensación de no estar a la altura y no tener nada interesante para contar. 

 

Ahí apareció Paula, una persona en la universidad a quien estimo mucho, y a quien le pedí ayuda para armar este mini discurso. Nos sentamos y me preguntó qué cosas había hecho, tangibles, un recorrido por mis últimos años por más mínimos que yo pensara que habían sido. Me costó, pero después de un rato ya teníamos un listado decente. Ella lo mira y dice: Cami, eres seca, es que mira todo lo que has hecho, eres increíble, cualquiera querría trabajar contigo. Yo sorprendida, obvio, de cómo a ella le impresionaban tantas cosas que para mí no significaban casi nada. En resumen, estuvimos mucho rato hablando y salí de esa reunión distinta, con un poco más de seguridad en mi misma. Al final, nunca tuve la entrevista en la empresa, pero de alguna forma pude enfrentarme mejor a las situaciones y a los procesos, iba mucho más confiada que antes. Si bien no deberíamos esperar a que alguien nos valide, a veces sí es bueno tener un poco de ayuda, puede ser amig@, colega, familiar, cualquier persona. Pedir ayuda no tiene nada de malo y es importante darse cuenta que a veces lo necesitamos. 

 

Recuerdo otra situación en donde me sentí parecida. Fue mi primer proyecto importante con una cadena de supermercados. Inicialmente estaba considerada como Analista de Datos (era mi cargo en ese entonces), pero ocurrieron un par de situaciones que hicieron que todos avanzáramos un cargo, por lo que me tocó trabajar como Data Scientist. Era un proyecto gigante, y me forzó a probarme y desafiarme mucho más rápido de lo que pensaba. Tuve que ir aprendiendo sobre la marcha, porque la verdad es que no tenía tanta experiencia trabajando en lo que tenía que hacer. Acá recibí mucha ayuda, tuve un grupo de apoyo que fue fundamental y ¿qué creen que pasó? Lo logré, el proyecto nos costó, pero salió y todos salimos con un gran aprendizaje. Fue una experiencia desafiante que me empujó fuera de mi zona de confort, que me hizo notar lo importante que es recibir ayuda y valorarla, pero a la vez tener la capacidad de lanzarme frente a cosas en las que tenía muy poca experiencia. Para mí, este fue el comienzo de mi crecimiento profesional en Brain Food. 

 

A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de trabajar en una variedad de proyectos y rubros, desde la agricultura hasta la industria farmacéutica. Cada proyecto ha sido un desafío distinto, lleno de aprendizajes y oportunidades de crecimiento. En Brain Food, he encontrado un entorno que permite aportar con diversas ideas y perspectivas, y donde cada persona tiene la oportunidad de brillar y de crecer. 

 

Retomando el tema inicial de este blog, sobre mi camino de practicante a jefa, cuando mencioné que me tomó un par de días creer que de verdad lo merecía, fue porque lo tuve que discutir con más gente y eso me abrió un poco los ojos. Hablar con colegas y amig@s sobre mis capacidades y logros me hizo dar cuenta de que había subestimado mi propio potencial. Sus palabras de aliento y reconocimiento me ayudaron a ganar confianza en mí misma y a aceptar el desafío con más emoción. Finalmente, acepté el ascenso (no es como que haya tenido opción) con mucha gratitud y motivación, sabiendo que era una oportunidad para seguir creciendo tanto profesional como personalmente.

 

Con el paso del tiempo, he conocido mujeres increíbles aquí en Brain Food. Donde uno pensaría que iba a haber muy pocas mujeres, es donde encontré a todas ellas. Entre todas, naturalmente nos hemos apoyado, nos celebramos, conversamos, desahogamos, y mil cosas más. He aprendido mucho de cada una de ellas y entre todas, nos tiramos para arriba siempre. Esto es muy lindo y creo que se debería dar en todas las empresas. Recuerdo que, en algún momento, cuando éramos apenas dos mujeres, comencé a expresar hacia mis círculos que me gustaría que se sumaran más mujeres. Una vez recibí un comentario “cuidado que cuando hay más mujeres se pone más tóxico el ambiente”. Ahora puedo decir con seguridad que para mí fue totalmente lo contrario. Es demasiado importante que no nos dejemos sesgar por este tipo de comentarios, que los he escuchado más de una vez y uno fácilmente puede cerrarse y al final no permitir que existan espacios tan lindos como el que he tenido acá. 

 

Con un grupo de ellas, comenzamos el año pasado con una pequeña iniciativa que nació con el propósito de organizar un evento en la empresa en torno al 8M. Hace un tiempo comenzamos a discutir sobre temas relacionados sobre la enorme importancia de abordar de manera más profunda la cuestión de la igualdad de género en nuestro entorno laboral. 

 

Para mí, este proceso ha sido realmente significativo. Hace unos años, quizás no estaba tan consciente de la magnitud de este tema, e incluso me he dado cuenta con el tiempo que yo tenía comportamientos que ahora clasificaría como machistas, pero hoy estoy trabajando todas esas cosas de forma personal y luego, tratando de transmitir la importancia al resto.  

 

Esta iniciativa fue creciendo y ahora, con mucha emoción, puedo decir que hemos logrado dar un paso importante: creamos el Comité de Diversidad e Inclusión. Más de 10 personas formamos parte de este comité, cada una con sus propias motivaciones y experiencias, pero unidas por el objetivo común de crear un espacio laboral más inclusivo y equitativo. Se ha armado un espacio demasiado enriquecedor. 

 

Para terminar, les dejo un par de recomendaciones que he ido aprendiendo a lo largo del tiempo y que creo que pueden servir harto. 

 

  1. Si puedes, apóyate en una red de mujeres: Busca mentoras y compañeras en tu campo que puedan brindarte apoyo y orientación en tu camino profesional.  No te sientas menos por pedir ayuda y buscar apoyo. En realidad, puedes buscar apoyo donde sea, no necesariamente solo mujeres. El punto es darnos cuenta que a veces necesitamos un empujoncito y eso no tiene nada de malo. 
  2. Atrévete a asumir desafíos: No tengas miedo de salir de tu zona de confort y enfrentarte a nuevos desafíos. Yo sé que cuesta, pero te irás dando cuenta de que si te equivocas o no logras lo que buscabas, no pasa nada, el mundo sigue andando y tendrás otra chance para lograrlo. Cada obstáculo es una oportunidad para crecer y aprender. 
  3. Cree en tu valía: Reconoce tus logros y habilidades, créele a la persona de al lado que te dice que eres seca, que te mereces todo lo bueno que te llega y no lo sigas poniendo en duda. No permitas que el síndrome del impostor te detenga en tu crecimiento. Confía en ti misma y en tus capacidades, no tienen que ser las mismas del resto, por algo llegaste hasta acá :). 

 

Este blog va especialmente para las que me han acompañado en mi carrera, y a las que he tenido el placer de conocer (o estoy empezando a conocer) en Brain Food y a todas las mujeres del área STEM.